Cosssas

Ella y El

Él la espero a la salida del colegio, lo mismo que hacia todos los días desde hacía cinco meses. Esta vez salió temprano así que se puso muy feliz al verla salir por esa puerta de rejas con su pollera a cuadros y la camisa entreabierta. Se saludaron, ella lo tomó por la cintura y salieron caminando. Fueron por Cabildo hasta Lacroze, y en Lacroze y Cramer doblaron a la derecha, hicieron tres cuadras y entraron a un hotel.

Con voz temblorosa él pidió una “especial”, pagó los treinta pesos y el conserje les entregó la llave, no sin antes pedirles que no abrieran la puerta hasta el momento de retirarse para que no sonara la chicharra. Subieron por una escalera alfombrada hasta el primer piso (el ascensor no andaba), de ahí tomaron hacia la izquierda hasta la segunda puerta. Entraron.

Era la primera vez que estaban en un hotel y era la primera vez que iban a hacerlo (el ya lo había pero nunca se lo confesaría). La tomó cariñosamente por la cintura y comenzó a besarla lentamente en los labios descendiendo de a ratos hasta el cuello y al sector que está entre los senos. Con delicadeza le quitó la camisa y el corpiño mientras ella luchaba con la hebilla del cinturón, que al final terminó por sacarse el mismo. Lentamente comenzó a pasar la lengua por sus pechos, con movimientos circulares muy suaves que terminaban siempre en el pezón. Mientras, ella le agarraba la cabeza para poder mirarlo. Se miran. Se besan. Se quitan los zapatos y las medias. Él se quita el pantalón y la remera.

Ahora sí comienzan a besarse desenfrenadamente y a sacarse el resto de la ropa que llevaban puesta. Ya desnudos él le pregunta una vez más si estaba segura. Ella asiente y él le toma los muslos, los separa y se recuesta sobre ella.

Apenas se tocan ella grita como si hubiera visto un fantasma. No es para menos, me habían visto espiando desde el baño.