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Monday, September 24, 2007

Trono

Una forma de notar el progreso de mi nueva vivienda, es que el inodoro nuevo no deja frenada.


Tuesday, September 04, 2007

Mi finde:

Leo en el Clarinete, que unas cuantas personas en la Argentina, tienen su blog, que según el Great newspaper criollo, son diaros personales.
Ok, entonces, como a la mayoría de los blog, haré un cometario propio, sobre lo que me sucedió el fin de semana, que fue APASIONAAANTE AMEEEERIIICAAAAAA. Tampoco vamos a ser menos... en breve, pongo un flog.


Tuvo un hilo conductor, que fue la música, y no comenzó el viernes, sino, el jueves a primera hora, cuando mañanero de por medio (15 horas) me voy con Chisso al Jardín Japonés, que tocaba Malosetti hijo, en una exposición de luthieres. Javier estaba muy de malas, por que parece que la noche anterior la había terminado hacía un par de horas, y había snifado hasta destabicarse. En fín, la cuestión, que éramos 60 personas como mucho, y el tipo solito con su Warwick, y hablando entre tema y tema, y quejándose por el frío, y la mar en coche, en el fondo daba las excusas por estar pifiando tanto. Cosa que al resto de los mortales, no solo no nos importaba, sino, que ni nos habíamos dado cuenta, suerte si te seguimos en las tónicas,,, Antes de terminar, agarró un bajo, que al parecer estaba hecho a “su gusto”, tocó un tema, pero después termino agarrando el de él y se despidió, prometiendo que no volvería a despertarse antes de las 9 de la noche.
Con el espíritu satisfecho, y el óído agradecido, aprovechamos los últimos minutos de sol, que nos deparaba ese espacio aparte dentro de los bosques de Palermo, que es el Jardín Japonés, y nos pusimos a tomar mate con masitas en el pasto, tirados como corresponde. Nos echaron antes de terminar el termo, pero quedaba lo mejor, que era entrar a la expo. En el primer piso de la casa de té, había unos 50 luthieres, esperando que uses sus artesanías, y con el mayor gusto, te explicaban inspiración, desarrollo y terminación de cada uno de los instrumentos. Obviamente, que el premio mayor, se lo llevaba la guitarra de Roberto Herrera, un viejito de 70 años, que inspirándose en la guitarra de Gardel, hace solo una vez por año, una viola, que no tiene punto de comparación con nada que tenga marca. 5500 dólares, que parecen una bicoca, al lado del trabajo y dedicación que lleva ese instrumento/obra de arte. Y encima, el tipo te la dá, para que un gil como yo, la toque sin el mayor desparpajo. Y es sincero, cuando te pregunta: Qué le pareció?
No hay respuesta posible… solo agradecerle semejante momento.
La vuelta se hace caminando por el medio de los bosques, volvemos a casa, pero yo sigo solo para el BAFIM, en el Dorrego.
Tocaba Massacre, pero llegué tarde y me quedé viendo a una francesita (DJ Missil) que pasaba discos, con dos rodetes a lo princesa Leia, muy bonita, y con alto carisma.
La noche terminó en Miñones, con guitarra, flauta y saxo, y algún Jaime Roos, pero con poco ferné.
El viernes, vuelve a empezar tarde, y repito (esta vez solo) el Jardín Japonés. De todos los datos recogidos, inicio conversación con luthieres, como si fuesemos colegas, consigo precios, sueño con algún instrumento a medida, etc. Y sube a tocar con una de las guitarras en exposición Anibal Arias, un guitarrista con más Currículum que Gianola,(toco con Troilo, descubrió a Ruben Juarez, etc.) y entre unos tangos hermosos, y nociones fundamentales de música, toca Niebla del Riachuelo (amarrada al recuerdo te sigo buscando…) momento tenso en un lugar donde no llegamos a ser 25 almas… maravilloso. Salgo corriendo, a vender un afinador, más una guitarra y un par de amplificadores. De ahí, llego justo al BAFIM, para ver el final de Hilda Lizarazu, que después de tributar a García, me tapa la boca del prejuicio, con una versión con DJ y Telecaster de Whota Lotta your Love, con gemido Plantesco incluyed, y con la calidad necesaria, para que un enfermo de Zeppelín, diga: es más que digna.
Al toque nomás, corto para el campo, que empezaba Virus. Antes del show, empiezo a renegar de lo que va a ser Buenos Aires con Macri, imaginando que este tipo de cosas no se van a dar. Telerman, un imbécil, pero con buen gusto, había puesto una buena parafernalia, para que el evento se haga como corresponde, y con un sonido bueno, toque Virus, como en sus mejores 80s. La verdad que la banda es redondita, redondita. Se conocén de memoria, y el show es el que todos esperan. A esto se le sumo Dárgelos, entendiendo las reglas del juego a la perfección,Carca, que aporto lo suyo con corrección, el idiota que quedó en Árbol, que solo molestó un tema y los Catupecu, que estrenaban bajista. Mucha gente, pero lindo ambiente, conseguí dos amigas nuevas, que sin habermeló contado seguro eran lesbianas y periodistas, o por lo menos de un snobismo aflautado. Me convidaron mate y sedas, y yo comenté algún itinerario mendocino.
Al término de Virus, en el escenario de adentro, estaba La Chilinga, que con un par de candombes uruguayos, me pagaron la noche. De ahí salgo, me pego un baño, y nos encontramos con DF, que tocamos un poco la guitarrita, con una pedalera muy cómoda y vimos la luna un rato, por que la noche estaba especial.
Sábado con poca resaca, la voy a visitar a mi AMIGA Mel, que me convida té común, para aliviar al hígado, me aconseja un poco, cuereamos a unos conocidos, y me voy nuevamente al BAFIM. Llego, y me vuelvo a hacer un amigo, con el que compartimos bombilla, y anécdotas musicales varias, antes del recital de tango más rockero que he visto hasta hoy día. La Orquesta típica Fernandez Fierro, que lejos de todo lo bueno que puede llegar a ser, termina su show, en donde presentaban Mucha Mierda, con “el” hitazo, Buenos Aires hora cero, de Astor, con 4 bandoneones al palo, 3 violines, y un chelo que se prendía fuego solo. Me voy lleno de música, y sin embargo, todavía me quedaba el plato principal del güiquén: el Niño Josele.
Con Calamaro y Luis Salinas en sala, el gitano se expresó con jazzes de Bill Evans, con un terceto desequilibrado, pero sorprendente. Un baterista, que se notaba talentoso a 10 leguas de distancia, pero que no resultó cómodo, ya que no encajaba ni en jazz, ni en flamenco. Y después, en el contrabajo, mi nueva “dueña de vientre portador de hijo” Esperanza Spalding, una mujer perfecta por donde se la mire. Con lo personal de tocar un bajo de escala corta, pero con la técnica de un enfermo estudioso del instrumento, mucha velocidad pero a su vez, con el swing y el groove, que el jazz necesita, y de yapa, adaptándose al flamenco y ritmos gitanos, que Josele proponía. Una piel negra de porcelana fría, preciosa, con cara de ángel, y en el cóctel de cualidades, una voz única, que solo compartió en un solo tema. Sumale que tenía onda para vestirse, que tenía un cuerpo maravilloso y como si todo esto no fuera nada, unas rulas afro, de metro y medio de diámetro. 10 claváo.
Pizza en el Cuartito de dorapa, y de ahí a festejar el cumpleaños de Lalo, a Miñones, con más ferné y salida de gira en una pick up, amigos y buen faisán.
Para promediar nivel musical, finalicé bailando La Isla del Sol y el tema de los Fantasmas del Caribe, hasta que nos echaron de la fiesta. 6:47 de la mañana, llegué con lo justo al inodoro, para saludar a Hu-Go.
Domingo muerto, obvio, pero... ya estaba todo inventado a esa altura.

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