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Wednesday, October 20, 2004


Rimembereando


Las situaciones peculiares, están siempre al alcance de la mano… no hay mas que abrir un poco los ojos, para dejarse sorprender por algún hecho que llame la atención de propios y extraños.
Ayer , me acordaba de una de estas cuestiones, que me remontaron a un viaje a Córdoba, capital nacional de la salida en caravana.
Una muy linda noche hacía, por lo tanto, con rumbo a Alta Córdoba a cargar los tanques. Paramos en un lindo barcito, acogedor y como las Quilmes tenían un precio más que tentador, se dejó de lado el ferné, y las botellas desfilaban de manera espeluznante. Cuando el único que no entraba en el club de los beodos era yo, me fijo la hora y ya habían pasado las 4 de la mañana.
Al centro! Al centro! Fue el grito de guerra de mis socios/as, el problema es que no había medio de locomoción…y éramos 5. Pasaban los taxis y los remises (léase yémis) llenos, hasta que por ahí, un 504 amarillo, con una pareja de ancianos adentro, nos para. Como era el único que podía hablar, encaro al señor que manejaba y le explico nuestra necesidad de llegar a la casa de una de las chicas por que estaba descompuesta (cosa que era mentira, lo que queríamos era seguir de joda en Nueva Córdoba). Lo que me costaba en ese momento, no era mentirle al viejo, sino, tratar de parecer lo menos porteño posible en el idioma.
El señor, me contesta que si, que el se estaba volviendo a la casa, y que le quedaba de paso. Subimos al tacho, y la esposa del chofer (70 años piso) nos pregunta si veníamos de bailar como ellos .
-¿¿¿PERDON??? Ustedes vienen de bailar?- Pregunté, y ya no me importaba nada quedar como un porteño.
-Y claro querido! Si somos jóvenes nosotros- en ningún momento la señora metió ironía en el comentario, ni un guiño gracioso.
El chofer, metía bocadillos, y aclaró que estaban casados, se separaron durante 15 años, y habían vuelto a juntarse hacía un par de años.
Vuelvo aclarar: la pareja no bajaba de los 70 años, siendo generosos.
Una de las personas que me acompañaba, que rozaba el papel triste se puso a cantar el tango Los Mareados en honor al pedo que llevaba encima, a lo que la esposa del chofer acota: Hay viejo! Vamos a cantar con los chicos!
Y nos pusimos a cantar todos, a esa altura del partido, a la señora vergüenza no la conocía nadie.
En el medio del viaje, me ví en la obligación de confesarle a la pareja, que en realidad nos íbamos a otro boliche, y casi estuve a punto de convencerlos para que entraran con nosotros a Kandisnky (tradicional establecimiento de punchi punchi local).
Cuando llegamos, ni nosotros nos queríamos bajar, ni ellos se querían ir a dormir…
Me doy cuenta que si hubieran entrado con nosotros, por lejos, esta sería la mejor anécdota que tendría para contar.




Sunday, October 17, 2004

LA CHISPA ADECUADA (que falta)





De alguna manera, tenía que ponerle un turbo las agujas, se vuelve una empresa bravísima, pero en fin, hay que dedicarle muchas ganas.

Definitivamente, estoy de acuerdo con Enrique Bunbury, que hace unos años, señalaba que el no tenía condiciones de sufrir por demás, para inspirarse y realizar una obra de arte majestuosa. Sabía admirar, estas piezas derivadas del dolor, pero no llegaba a “envidiar a los autores” por llamarlo de alguna manera. Consideraba que el precio era demasiado alto, y el no estaba dispuesto a pagarlo.

Salvando distancias, se nota que hay más motivación para expresar y crear en momentos difíciles. Y convengamos que no siempre son tiempos de Jack Daniel´s a granel.

La reflexión parece obvia, y ridícula a la vez, de hecho, releyéndolo, hasta no le encuentro un sentido lógico y sin embargo, parece hasta una ley tácita.

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